Para el humanista Justus Lipsius, la iglesia de San Quintín era la más bella de Lovaina. Si su esplendor del gótico tardío no te encandila, seguro que lo hará La Última Cena de Jan Willems.
Iglesia de San Quintín
Se dice que Lamberto el Barbudo, conde de Lovaina, construyó en 1015 una capilla dedicada a San Quintín. Lo hizo tras su visita a la ciudad de San Quintín en Francia, donde se conservan las reliquias de este mártir de los primeros cristianos. Aunque algunas fuentes afirman que ya existía una capilla en 1099, la primera mención fiable de la iglesia data de 1222. Hoy en día, reconocerás la iglesia de San Quintín por sus características góticas: un coro luminoso y su esbelta silueta con arbotantes. En su obra Lovanium, el humanista Justus Lipsius describió la iglesia como la más bella de la ciudad. Sirvió de iglesia parroquial y como lugar de peregrinación para venerar a San Quintín. Entre los devotos de San Quintín hubo miembros de familias prominentes como los 't Sestich y los van Blehem. A lo largo de los años, estas familias pudientes embellecieron el interior de la iglesia con numerosas obras de arte, entre ellas el enigmático cuadro La última cena de Jan Willems, un maestro renacentista olvidado.
La Última Cena, Jan Willems
Jan Willems, pintor municipal de Lovaina entre 1527 y 1548, introdujo la estética renacentista junto con Jan Rombouts y Jan van der Coutheren. La Última Cena es la única de sus obras que se conserva. Posiblemente la pintó por encargo de Adriaan van Blehem, feligrés y benefactor de la iglesia de San Quintín, que también fue alcalde de Lovaina. El cuadro representa dos escenas del Nuevo Testamento: la traición de Judas y la Última Cena. Willems se inspiró en el Maestro de 1518, un manierista anónimo de Amberes. Además de la consagración del pan y el vino, el pintor destaca la traición de Judas y la falta de atención de los otros apóstoles. Es una advertencia para los creyentes.
Información práctica
Accesibilidad
- Fácilmente accesible para personas con discapacidad.