La iglesia de San Carlos Borromeo y Peter Paul Rubens parecen ser dos nombres inextricablemente unidos. Descubre este templo de mármol y oro y sumérgete en el espíritu de uno de los artistas más importantes del siglo XVII.
La iglesia de San Carlos Borromeo
Viendo la plaza donde se alza esta triunfante iglesia barroca, podríamos pensar que nos encontramos en Italia. Los jesuitas de Amberes la construyeron entre 1615 y 1621, durante la Contrarreforma. «Un paraíso terrenal», seguro que pensaban los contemporáneos. Eso mismo es lo que sigue siendo la iglesia, con su dinámica fachada, su refinado interior, sus dos plantas y la sublime Capilla de Rubens. Además de un buen número de cuadros, la iglesia posee una notable colección de encajes y tejidos. Aquí celebra la liturgia la Comunidad de San Egidio, que también está comprometida con los pobres, el diálogo y la paz. Una tradición especial es la misa dominical de los artistas (Artiestenmis, en neerlandés), en la que participan coros y músicos. Podrás visitar la Capilla de la Dama, la Sacristía y las antiguas criptas, y descender a un pasadizo secreto en El Ruien con un guía experto.
El regreso de la Sagrada Familia
En 1620, el antiguo alcalde y amigo de Peter Paul Rubens, Nicolaas Rockox, donó El regreso de la Sagrada Familia a la iglesia de San Carlos Borromeo. Por aquel entonces estaba en construcción como iglesia jesuita. Se eligió como temática el regreso de la Sagrada Familia porque es una de las pocas escenas en las que San José ocupa un lugar más destacado. Se produce después del exilio a Egipto. El peligro ya ha pasado y la familia puede regresar a Nazaret. El pequeño Jesús ya tiene unos años y se encuentra entre María y José. En lo alto de las nubes aparece Dios Padre con el globo terráqueo en la mano. Así se representa la doble naturaleza de Jesús: en el eje vertical, como hijo de Dios en la trinidad celestial y, en el eje horizontal, como un niño humano en la trinidad terrenal formada por María, José y el Niño. En 1777, con motivo de la abolición de la orden jesuita, el cuadro se vendió por 1.350 florines. Después de un largo periplo, la obra acabó en el Museo Metropolitano de Nueva York en 1872. En 2017, tras ser recomprada por la Fábrica Eclesiástica de San Carlos Borromeo, regresó a su lugar original en la Capilla de San José. El cuadro fue restaurado en el Real Instituto del Patrimonio Artístico de Bruselas.
Información práctica
Accesibilidad
- Fácilmente accesible para personas con discapacidad.