La iglesia de Nuestra Señora, en lo alto de Sint-Truiden, se divisa desde la lejanía. Pero no es solo un hito en el paisaje: ¡también alberga un patrimonio excepcional! Atrévete a descender a la cripta que se encuentra bajo la iglesia, ya que allí se encuentra una cámara del tesoro donde encontrarás dos relicarios pintados, de los quince que llegó a albergar.
Iglesia de Nuestra Señora
Existe una conexión muy antigua entre esta iglesia y San Trudo. San Trudo fundó la abadía benedictina en el siglo VII. En el siglo XI, el abad Adelardo II hizo construir en este lugar un templo de madera, que fue la primera iglesia parroquial de la ciudad. La iglesia alberga numerosas referencias al santo, entre las que destaca el relicario bajo el altar central, en el que se conservan sus reliquias. El edificio se sometió a varias transformaciones, pasando de ser una construcción de madera a otra de piedra, y del estilo románico al neogótico. La restauración más reciente finalizó en 2018. Actualmente, el interior de la iglesia está bellamente decorado con vidrieras, murales, esculturas, pinturas y obras de orfebrería. La cámara del tesoro, situada en la cripta que hay bajo la iglesia, guarda objetos litúrgicos, como relicarios, estatuas de apóstoles y custodias.
Relicario de San Eucario (1501-1525)
¿Qué secretos esconde el relicario de Eucario, del siglo XVI, bajo sinuosos motivos vegetales verdes? La inscripción de color rojo dice: «SCS EUCH» y hace referencia a San Eucario. Nacido en Orleans en el seno de una familia acomodada, ingresó como monje en los benedictinos de Jumièges hacia 714. Más tarde fue obispo de Orleans, pero Carlos Martel lo exilió a Colonia en el 733 por sus críticas a la confiscación de bienes eclesiásticos. Acabó bajo la tutela del conde Roberto I de Haspengouw, tras lo cual se retiró a la abadía benedictina de San Trudo, en Sint-Truiden. Murió en el año 743 y fue enterrado junto a San Trudo. Pronto circularon historias milagrosas y su tumba se convirtió en un lugar de peregrinación. A diferencia del santuario de San Trudo, en este no se pintó ninguna efigie de Eucerio. Sin embargo, la puedes encontrar en la Iglesia de Nuestra Señora, en el mural La visión de Eucerio y la letanía de María, de Jules Helbig.
Cristina la Admirable, Georges Baltus
Santa Cristina se cierne sobre las tres torres que dan carácter a Sint-Truiden: la Abadía de San Trudo, el Ayuntamiento y la Iglesia de Nuestra Señora. Con los ojos cerrados y los brazos extendidos, la santa brinda protección a la ciudad. Sint-Truiden está envuelta en un resplandor rojo, como de guerra. La oración que aparece en el marco, compuesta por el entonces decano Beckers, implora protección contra la peste, el hambre y la guerra. Georges Baltus donó la obra a la iglesia de su ciudad natal en 1915, como homenaje a su juventud. Un año antes, Baltus había sido sorprendido por la invasión alemana durante sus vacaciones de verano en Sint-Truiden y no pudo regresar a Glasgow. Después, se alojó en su casa familiar de la Plaza Mayor, donde terminó el cuadro de Santa Cristina. Se dice que en una ocasión le comentó a un sacerdote que la inspiración para este cuadro se la debe a Cristina la Admirable, de Abraham van Diepenbeeck, alumno de Rubens.
Información práctica
Accesibilidad
- La iglesia es fácilmente accesible para personas con discapacidad.
- La cámara del tesoro es de difícil acceso para personas con discapacidad.