Lo notable de Van Dyck es su técnica, que -como la de Tiziano- se caracteriza por pinceladas rápidas y visibles. Con los emotivos rostros de sus personajes y su dominio de la perspectiva condensada, influyó en numerosos artistas.
Van Dyck estuvo activo en toda Europa. Aprendió el oficio con Rubens y después se trasladó a Italia, donde trabajó en la corte del duque Carlos Manuel de Saboya. Su éxito en Italia sentó las bases de su carrera en Inglaterra, donde fue nombrado pintor de la corte del rey Carlos I.
Los emblemáticos retratos de Van Dyck son únicos en la historia del arte europeo. Equilibró como nadie lo aristocrático con lo informal, incorporando de forma sublime fondos arquitectónicos y tejidos. Su recorrido por la maestría te llevará por Gante, Dendermonde, Cortrique y Zaventem, aunque también encontrarás huellas del maestro en Amberes y Malinas.